viernes, 23 de mayo de 2008

martes, 6 de mayo de 2008

Aztec - Estrategia V. 1.24 (con cliché, handicap y finta)

Después de la Mystica experiencia de haber jugado CS con todos ustedes, y más aún, de haber tratado de jugar de forma organizada y cooperativa, cualquiera pensaría que ya habíamos aprendido la lección.

Pues no. Resulta que porfiadamente insistimos en meternos en juegos de competencia, hasta el punto en el cual casi vuelan por La Tahona las cartitas inocentes del juego Tabú.

Yo pensé, distraidamente, que por la hora, la enorme cantidad de alcohol, y el gentío, jugar Tabú era buena idea. Así que felizmente apoyé la moción de Giullio cuando, harto del Wii, gritó desde abajo de la hamaca: "TA-BU". "Yeiiiiiii!  Juguemos Juguemos! Ese juego es facilito y es finiiiiisimo!".

Bueno, nunca había visto una cuarta parte de hoja de instrucciones enredarse de esta forma, a menos que incluya las sesiones de la Asamblea Nacional en la que discutían la reforma. Al tercer juego, la mitad de la concurrencia estaba arrechísima, y la otra mitad completamente perpleja. Y eso que íbamos empatados! Tote quería sancionar desde los primeros jugadores, con retroactivo, le íbamos a quedar debiendo puntos por un par de juegos más. Black Light, con su rigor de costumbre, quería llevarse a su equipo a un lado y organizar una estrategia sobre el tablero, basándose en las estadísticas de fallo y prorrateo de las peloticas del relojito de arena. Alpha brincaba entre un equipo y otro, más ardilla que nunca, opinando a diestra y siniestra. El pobre Buho no entendía nada y decía "ahora si que me lo complicaron más, yo no jugaba así!". Giullio dormitaba en una silla, mientras Nanny reclamaba atención en ultrasónico, mi mejor amiga Chantal se esforzaba en mantener la calma, y a Carolina se le ponían rojos los cachetes, tratando de asimilar las injusticias de la puntuación. Yo trataba de leer las instrucciones, pero mi escuálida vocecita no sirve para dar órdenes ni para mandar a callar a nadie, y nadie me hizo el menor caso. Victor dormitaba al lado de Giullio. Hasta el tranquilo Juan rechinaba los dientes exasperado.

La agonía fue súbitamente fracturada por el sonidito del Wii, el cual me permitió declararme ganadora indiscutible por ser dueña del juego y de la casa, guardar rápidamente las cartas y desaparecer la caja.

Analizando la situación, recordé que era exactamente la misma situación que solía presentarse cada vez que empezábamos a jugar CS en equipos. En 10 minutos estábamos todos peleando (1, 2, 3, Fire, Ice, Diamond, Blue, Green, Beta, Pi, Girls, Boys, and Punisher), en 20 todos arrechos, y en 30 todos de vuelta a la caimanera, porque qué-ladilla-toy-muy-viejo-pa-que-me-esten-armando-peo. Como recordarán, la proliferación de nombres correspondía a una alteración en la jerarquía del equipo, lo cual venía después de una sesión de Protagonistas de Arena, lo cual venía después de una pelea madre que venía después de una pela madre. 

Yo soy pro-competencia, de hecho pienso que la mejor forma de mejorar y de evolucionar (tanto para las personas como para las sociedades y en general, para el mundo) es a través de la competencia, ya que si nunca veo a nadie que lo haga mejor que yo, el camino para descubrir que existe posibilidad de mejora sería más lento y complicado. Sin embargo, a veces pienso que demasiada competencia también puede actuar como un handicap, e incluso, puede hacer que dejemos de disfrutar cosas tan básicas como ver a Kueller pasando 8 tarjetas seguidas porque los nervios no lo dejan pensar.

El juego de Tabú sobrevivió la disputa, mi casa está a la orden para la próxima Wiijamada, (eso si: con contribución de cachifa para la semana), y ya desempolvé la pizarrita donde pintábamos el río y las posiciones de Aztec para poder diagramar las estrategias y anotar los highlights de las instrucciones. 

Cuentas claras conservan amistades.

PD: Giullio y Juan están vetados de mi jardín hasta nuevo aviso.